domingo, 29 de abril de 2012

Violencia en tres estilos

http://youtu.be/wn9zA5tcp3w

Ahí viene bajando San Jimmy, del callejón a la avenida, como una tumbera en un desfile militar. Una silueta a contraluz, un subversivo, y viene hacia vos a la de 1,2, a la de 1, 2, 3, 4.
My nombre es Jimmy y no lo pronuncies en vano, soy el comando suicida del que te habló tu mamá, el jefe de los 40 ladrones, y vengo en representación de la aguja en la vena del sistema.
Soy el santo patrón de la negación, con cara de ángel e inclinación al suicidio.
Cigarros y fideos y una bolsa de pasta base. Soy el hijo de una puta con Edgar Allan Poe. Crecí en una ciudad bajo un halo de luz, producto de la guerra y del miedo a haber sido victimizados.
Soy el santo patrón de la negación, con cara de ángel e inclinación al suicidio
¿Me hablás a mí? Te voy a dar una razón para gritar:
¡San Jimmy!
Mi nombre es San Jimmy y soy el hijo de una pistola, soy el que está fuera del camino. Soy un adolescente asesino ejecutando mi diversión en el culto a la vida criminal. Me jode recordártelo pero ya te lo dije, así que cerrá el pico, viejo, si no querés que te mate. Bienvenido al club, queremos algo de sangre, acá yo soy el líder de los seres perdidos.
Es comedia y es tragedia, es San Jimmy y ese es mi nombre. No lo pronuncies en vano.



Vengo de la cabeza* (drogado), soy una banda descontrolada. Hoy no me cabe nada, vas a correr porque sos cagón. Son todos unos putos, unos amargos, unos buchones* (chivatos), llaman a los botones* (los maderos), vinieron todos, se quedan dos. Hoy vas a correr, porque sos cagón, con el culo roto, porque mando yo. Voy a salir de caño, ya estoy re duro, estoy re pasado, como ya estoy jugado me chupa un huevo matarte o no. Mi vida es un infierno, mi padre es chorro, mi madre es puta, vos me mandás la yuta* (la poli) y yo te mando para el cajón. Yo soy el error de la sociedad, soy el plan perfecto que ha salido mal.
Vengo del basurero que este sistema dejó al costado, las leyes del mercado me convirtieron en funcional. Soy un montón de mierda brotando de las alcantarillas, soy una pesadilla de la que no vas a despertar. Vos me despreciás, vos me buchoniás, pero fisurado* (con mono) me necesitás. Soy parte de un negocio que nadie puso y que todos usan, en la ruleta rusa yo soy la bala que te tocó. Cargo con un linaje acumulativo de mishiadura* (pobreza), un drama que supura veneno de otra generación. Yo no sé quién soy, yo no sé quién sos, el tren del rebaño se descarriló.
Ya escucho la sirena, la policía me está encerrando, uno me está tirando, me dio en la gamba* (pierna) y le di a un botón. Pasa mi vida entera como un tornado escupiendo sangre. ¡Manga* (sarta) de hijos de puta, me dieron justo en el corazón!   






¿Qué vas a hacer? ¿Darle al pibe una pistola? Después no habrá donde esconderse, no habrá adonde escapar.
Cuando la tenga en sus manos, se sentirà fuerte y poderoso, y no habrá donde esconderse, no habrá adonde escapar.
Capaz que un día vuelve, y nos paga con la misma moneda. ¿Y dónde te vas a esconder? ¿Adónde te vas a escapar?
Pero un buen día, todos nuestros problemas terminarán porque, bang, bang, bang, lo bajaremos de un tiro.
Dale drogas y caramelos, cualquier cosa que lo haga sentirse contento, y así no vendrà a por nosotros, nunca vendrá.
Pero si viene, y no hay nadie en la vuelta, bang, bang, bang, lo bajamos de un tiro.
Si solo se mete con sus vecinos, con sus hermanos y sus amigos, lo consideraremos un favor, lo consideraremos justo.
Pero si viene a por vos o a por mí y le podemos poner una pistola en la mano, bang, bang, bang, lo bajamos de un tiro.
¿Qué vas a hacer? ¿Darle al pibe una pistola? Después no habrá donde esconderse, no habrá adonde escapar.
Estaremos a su merced si decide venir a por nosotros, porque no hay donde esconderse, no hay adonde huir. Va a querer las oportunidades que le robamos, no las cosas que tenemos, así que no habrá donde esconderse, no habrá adonde huir.
Y si se ve a sí mismo como un reflejo de todos nosotros, bang, bang, bang, nos bajará de un tiro.
Antes de que puedas levantar la vista para leer la pintada en la pared, bang, bang, bang, nos bajará de un tiro.
Antes de que puedas tender un puente y ofrecerle un abrazo, bang, bang, bang, te va a bajar de un tiro.

lunes, 16 de abril de 2012

TALLER LITERARIO

(Un cuento de Etgar Keret. Ilustración de Anna Quintana)


El primer cuento que escribió Maya era sobre un mundo en el cual las personas se desdoblaban en lugar de reproducirse. En ese mundo cualquier persona podía, en cualquier momento, convertirse en dos seres, cada uno con la mitad de años del original. Había quienes elegían desdoblarse mientras eran jóvenes; por ejemplo, una persona de dieciocho años podía transformarse en dos niños de nueve. Otros elegían esperar a estar establecidos a nivel profesional y económico, y se desdoblaban cuando ya habían alcanzado la mediana edad. La protagonista del cuento de Maya nunca se había desdoblado. Había cumplido ochenta años y, a pesar de la constante presión social, persistía en su decisión. Al final del cuento, se moría.
El cuento era bueno, exceptuando el final. Había algo deprimente en el final, pensaba Aviad. Deprimente y predecible. Pero de hecho, el final había recibido muchos elogios en el taller literario al que Maya estaba asistiendo. El profesor, que se suponía era un escritor conocido aunque Aviad nunca había oído hablar de él, le había dicho a Maya que había algo desgarrador en la banalidad del final, o alguna tontería por el estilo. Aviad se dio cuenta de cuánto había alegrado a Maya el cumplido. Estaba muy entusiasmada cuando se lo contó a Aviad. Repitió lo que el escritor le había dicho como si fuera palabra de Dios. Y Aviad, que al principio había intentado sugerir otro final, se retractó y dijo que todo era cuestión de gustos y que él no entendía mucho de esas cosas.
Lo de apuntarse a un taller literario había sido idea de su madre. Al parecer, la hija de una amiga se había apuntado a uno y le había encantado. También Aviad había pensado que a Maya le vendría bien salir un poco de casa, hacer algo con su vida. Él siempre podía refugiarse en el trabajo pero Maya apenas si salía de casa desde que había perdido el embarazo. No importaba la hora a la que llegara, Aviad siempre la encontraba en la sala, sentada erguida en el sofá, sin leer, sin mirar la tele, sin siquiera llorar. Cuando Maya dijo que no sabía si apuntarse en el taller, Aviad supo cómo convencerla. Ve a una clase a ver qué tal, dijo, como si fueras un niño que va de colonias por un día para probar. En seguida se dio cuenta de que había tenido poco tacto al poner el ejemplo de un niño, habiendo pasado por lo que habían pasado dos meses antes. Pero, de hecho, Maya sonrió y dijo que unas colonias podrían ser justo lo que estaba necesitando.
El segundo cuento que escribió iba de un mundo en el cual solo podías ver a la gente que amabas. El protagonista era un hombre casado que estaba enamorado de su esposa. Un día, su esposa se chocaba con él en el pasillo y el vaso que él sostenía se caía y se hacía añicos contra el suelo. Unos días más tarde, él estaba sesteando en el sofá y ella se le sentaba encima. En ambas ocasiones la mujer se excusaba, nerviosa: venía distraída, pensando en otra cosa; no había mirado antes de sentarse. Pero el marido empezaba a sospechar que ella ya no lo quería. Decidía hacer algo drástico para ver si estaba en lo cierto: se afeitaba el lado izquierdo del bigote y se presentaba en casa con medio bigote y un ramo de narcisos. Su esposa le agradecía las flores y sonreía. Él se daba cuenta de cómo ella tanteaba el aire al tratar de darle un beso. Maya tituló su cuento Medio bigote, y le contó a Aviad que cuando lo leyó en el taller a algunos compañeros lloraron. Aviad dijo ¡guau! y le dio un beso en la frente. Esa noche discutieron por alguna tontería. Ella se había olvidado de darle un recado, o algo así, y él le gritó. La discusión había estallado por culpa de él y al final él se disculpó. Tuve un día de mierda en el trabajo, dijo, y le acarició la pierna intentando resarcirse de su berrinche. ¿Me perdonas? Ella lo perdonó.
El profesor del taller había publicado una novela y un libro de cuentos. No habían tenido mucho éxito, pero sí un par de críticas elogiosas. Al menos eso le dijo a Aviad la dependienta de la librería que había cerca de su oficina. La novela era un tocho de seiscientas veinticuatro páginas. Aviad se compró el libro de cuentos. Lo dejó sobre su escritorio e intentó leer un poco en su hora de comer. Cada uno de los cuentos tenía lugar en algún país extranjero; se ve que era una especie de guiño. El texto de la contracubierta decía que el autor había trabajado muchos años como guía turístico en Cuba y en África y que se notaba la influencia de sus viajes en su prosa. También había una pequeña foto en blanco y negro del autor. Tenía la sonrisa petulante de quien se siente afortunado de ser quien es. El escritor le había dicho a Maya que cuando acabara el taller le enviaría a su editor los cuentos que ella había escrito. Y, aunque no debía hacerse muchas ilusiones, hoy en día los editores van desesperados por encontrar nuevos talentos.
El comienzo del tercer cuento de Maya era chistoso. Era sobre una mujer que daba a luz a un gato. El protagonista era el marido, que sospechaba que el gato no era suyo. Un gato gordo y rojizo que dormía en la tapa del contenedor, justo debajo de la ventana del dormitorio, le dirigía miradas condescendientes cada vez que éste bajaba a sacar la basura. Al final había una reyerta entre el marido y el gato. El marido le tiraba una piedra al gato y el gato contraatacaba mordiendo y arañándolo. El marido herido, su esposa, y el gatito, que estaba tomando teta, iban al médico a que le dieran la antirrábica al primero. Él se sentía humillado y le dolía, pero se esforzaba por no llorar en la sala de espera. El gatito, percibiendo su sufrimiento, se zafaba de los brazos de su madre y se acercaba al hombre a lamerle la cara con ternura y a consolarlo con un Miau. ¿Has oído eso? preguntaba la madre emocionada, ha dicho papá. Entonces, el marido ya no podía reprimir el llanto. Y, cuando Aviad leyó esa parte, también tuvo que hacer un esfuerzo por no llorar. Maya dijo que había empezado a escribir el cuento antes de saber que estaba embarazada otra vez. ¿No es extraño? preguntó, ¿cómo mi cerebro no lo sabía aún pero mi subconsciente sí?
El martes siguiente Aviad, que había quedado de recoger a Maya a la salida del taller, llegó media hora antes, estacionó en el parking y fue a buscarla. Maya se sorprendió de verlo entrar a la clase, y él insistió en que le presentara al escritor. El escritor apestaba a colonia. Le dio una mano fofa a Aviad y le dijo que si Maya lo había elegido como esposo debía de ser una persona muy especial.
Tres semanas más tarde, Aviad se apuntó a un taller de escritura para principiantes. No se lo dijo a Maya y, para cubrirse, le dijo a su secretaria que si recibía alguna llamada dijera que estaba en una reunión importante y que no se lo podía interrumpir. Los otros asistentes eran principalmente señoras jubiladas que le echaban miradas lascivas. La profesora, joven y delgada, llevaba un pañuelo en la cabeza, y las mujeres de la clase cuchicheaban acerca de ella –que si era una colona de los territorios ocupados, que si tenía cáncer...- Les puso un ejercicio de escritura automática. Escriban lo primero que les venga a la mente, dijo. No piensen, simplemente escriban. Aviad intentó no pensar. Era muy difícil. Las señoras se pusieron a escribir como poseídas, como un estudiante que escribe a contrarreloj para acabar un examen antes de que el profesor anuncie que se ha acabado el tiempo. Pasados unos minutos, él también empezó a escribir.
El cuento que escribió iba de un pez que estaba nadando alegremente en el mar cuando una malvada bruja lo convertía en hombre. El pez no lograba adaptarse a la transformación y decidía buscar a la bruja y hacer que lo convirtiera en pez otra vez. Como era un pez muy listo y emprendedor, se las arreglaba para casarse mientras buscaba a la bruja, y hasta para abrir una pequeña empresa de importación de productos plásticos. Gracias a la enorme sabiduría que había adquirido cruzando los siete mares cuando era pez, la compañía empezaba a crecer y entraba en bolsa. Mientras tanto, la malvada bruja, que estaba un poco cansada después de tantos años de maldad, decidía buscar a todos aquellos a quienes había hechizado para pedirles perdón y regresarlos a su estado original. En un momento dado iba a ver al pez al que había convertido en hombre. La secretaria del pez le decía que tenía que esperar a que acabara una reunión con sus socios de Taiwán. A esas alturas, el pez casi no recordaba que en realidad era un pez, y su empresa tenía el monopolio de medio mundo. La bruja esperaba varias horas, pero cuando se daba cuenta de que la reunión iba para largo, se subía a su escoba y se marchaba volando. Al pez le iba cada vez mejor, hasta que un día, cuando ya era muy viejo, miraba por la ventana de una de las docenas de edificios que había comprado en una transacción muy provechosa, y veía el mar. Y de repente se acordaba de que era un pez. Un pez muy rico que controlaba un consorcio enorme con acciones en empresas de todo el mundo, pero un pez. Un pez que llevaba años sin probar la sal del mar.
Cuando la profesora vio que Aviad había parado de escribir, lo miró con expresión inquisitiva. No tengo el final, se disculpó en un susurro, para no molestar a las señoras que todavía estaban escribiendo.
(Lo traduje del inglés Creative Writing. El original está en hebreo)

lunes, 2 de abril de 2012


Autorretrato ante Dios:

Arteeee:
Todos somos Jack:
Bélgica parece Montevideo:

Dizque cariátides vestidas por la abuela Nelly:
Bello:
Cacheo:
Compostura:

Cremallera:
Entre Goya y el Bosco:
¿A qué película sci-fi me recuerda?
Esos diálogos que llenan las esquinas:
Funambulista:
Ah, look at all the lonely people::
Ganas de tocar:
Eso que nos pasa todo el tiempo con los propósitos de vida:
En movimiento:
Hielo somos:
Ibarrola reloaded:
Insert Park:
Interesante, uhum:
¿Califica como land art? Me encantaaaaa:
Belleza naive (pal que la encuentre) (hay algo tranquilizador en la geometría) :
Largentina:
Más belleza:
Lo peor es la luz:
Los ojos de Kamaid:
Mind the chasm *
  • * 1 a deep fissure.
  • * 2 a profound difference between people, viewpoints, feelings, etc.
Algo parecido hay que hacer en Cavallers:
Papá
Què heu fet?

Acá como presentación (se agranda haciendo click en el cuadradito con cuatro flechas que está abajo, a la derecha):