sábado, 28 de julio de 2012

Sirenas, sillones y cruasanes

«Ahora todos saben cómo encontrar el sentido de la vida dentro de uno mismo. Pero la humanidad no siempre fue tan afortunada. Hace menos de un siglo los hombres y las mujeres no tenían fácil acceso a las cajas de rompecabezas que llevan dentro.» (Kurt Vonnegut, Las Sirenas de Titán)

Las sirenas eran pájaros con cara y tetas, que atraían a los marineros para devorarles las entrañas. Aves que ocultaban sus garras bajo una promesa sensual. Cuesta pensar en aves y en sensualidad al mismo tiempo. Quizás por eso la leyenda las convirtió en mamíferos, cambiando plumas por pulpa y chillidos por canto dulce.
Las sirenas modernas tienen sexo y se engañan creyendo que la promesa puede consumarse. Como si pudieras comerte el olor caliente que sale de las panaderías. Podés comerte todos los cruasanes y todas las hogazas, pero el olor seguirá ahí, inasible, del otro lado de vos.
Las sirenas modernas ofrecen su sexo voraz y entregado, una vez, y otra, y otra más, atrayendo a los treintañeros a los sillones de la rutina.
Y a los treintañeros les devora las entrañas una insatisfacción omnipresente y vaga. Prueban sirenas como quien muerde cruasanes. Se apalancan, hasta que se despiertan para escuchar otro canto que los vuelve a apalancar. El único sillón capaz del orgasmo definitivo es la mortaja.
Bucear sin miedo, y salir, y volver a bucear y volverse a ir (y volver). Pero sin agenda. En el arrebato programado late la mugre de lo cotidiano.
Tenemos que salir a llenar de espray las paredes y de poemas las hojas de los árboles. Tenemos que darle una paliza a más de un amigo que la anda necesitando. La moral es la retórica de los idiotas. Y de los cobardes. Es preciso abolirles el miedo con el ejemplo. Le temo menos a la caída libre que a los sillones.

sábado, 7 de julio de 2012

Bébeme

Bébeme 


La libertad de estar sentada escribiendo sin objetivo, olvidando que hay que comer, y de pensar que el primer compromiso con el mundo es el de ser libre de transitar los senderos que se aparecen como a Alicia se le aparecían las pociones que decían "bébeme"·.
Hoy me sacudí el puritanismo. Amigos de lo inútil se llamaría mi banda de rock, si la tuviera.
Practicar lo infecundo es un ejercicio de militancia.