En mi casa había infinitos libros de
pintura. El número podía contarse, pero los libros no tenían fin. No puedo
saber las horas que pasé examinando los cuadros de El Bosco, pero si algo tengo
claro es que es mentira podrida que el surrealismo aparece en el 1900. John
Lennon dijo en una entrevista que el surrealismo le produjo una profunda
impresión porque se dio cuenta de que las imágenes que poblaban su mente no
eran insania. Si pudiera elegir un superpoder, un don de entre todos los
posibles, eligiría saber dibujar.
Ahora que hay internet ya no se estila
pasar la tarde hojeando libros y enciclopedias. Pero a Dios pongo por testigo
que si me gano la lotería voy a atiborrar mi casa con libros de pintura, para
que mi hija tenga la posibilidad de toparse con ellos.
Otro recuerdo y los dejo. (Está bien, dos
más). Santa Águeda de Zurbarán. Una mujer llevando sus senos en una bandeja.
Horas y horas mirando incrédula esa pintura tan desasosegante y el vínculo remoto con una cierta sensualidad, algo que temía enfermo,
entre esa pintura y las obras completas del Marqués de Sade. Lennon, sí, no es
insania, el arte es catalizador y espejo de las emociones más extrañas y mezcladas.